De la
Ermita del Cristo de la Sangre a la Iglesia del Carmen.
Respecto al
traslado y creación del nuevo templo del Cristo de la Sangre en la calle Santa
Ana a Mesones, se recogen diferentes citas. En 1788 se habla de este hecho en
estos términos: “En los últimos tiempos
de la Señora Marquesa Dña. Leonor María Centurión y Mendoza, habiéndose
deteriorado mucho la Ermita del Santo Cristo de la Sangre (que ya dijimos
estuvo antes fuera del muro de la villa al pie de la ladera en el carril que hoy
va por detrás de la Ermita de la Concepción) le hizo a su costo (la que hoy
llama Ermita del Carmen) un hombre honrado, cuyo nombre fue el de Juan Martín
Formaríz y al mismo tiempo hizo la Ermita rural de la Fuensanta, cerca del
lugar de Badolatosa. Sus principios se cuentan que fue de un pobre jornalero y
que el fondo con que costeo dichas Ermitas, fue el efecto de cierto hallazgo
que tuvo”[1]. El
Libro de las Fundaciones de Estepa nos indica que “con la advocación del Cristo de la Sangre, estuvo fundada esta ermita
junto a la torre que está a espaldas de la Concepción, camino de la Iglesia
Mayor, cuya cuesta (según los libros de cabildo) se llama la cuesta de la
Sangre. Después, Juan Martín Formaríz, (que murió año de mil seiscientos
sesenta y dos) después de haber fabricado el Santuario de la Fuensanta, la
traslado (a expensas propias) al sitio donde está, con la misma advocación del
Santo Cristo de la Sangre. Se ignora, si la cofradía de Corpus Christi, que se
fundó en esta Iglesia, fue antes, o después de la traslación, se sabe (por
tradición) que en la Iglesia Mayor no se empezaban las Vísperas del Corpus,
hasta que llegaba el pendón de la Hermandad del Señor de la Sangre, y que
después de concluidas bajaba el Vicario con la música, y cantaban con mucha
solemnidad un responso en la Ermita del Señor. (…) Entonces se fundó la
Hermandad del Rosario, se amplió la iglesia, que antes solo llegaba hasta el
sitio donde hoy está el púlpito, se hizo el suntuoso camarín en que colocaron a
la Señora, con cuyo motivo fue decayendo la Hermandad del Santo Cristo en
términos, que el Señor de la Sangre, que (como titular) estaba en el altar mayor,
ha venido a parar a la escalera del camarín de la Señora, parece dio motivo a
estas fundaciones el caso siguiente: estaba una noche en su cotijo, llamado del
Almajar, el referido Formariz, cuando llegaron unos hombres, enviados de uno
que quedaba en presidio (imposibilitado de volver) y le obligaron a ayudarles a
agotar el pozo del mismo cortijo, de adonde sacaron unos cajones de dineros, de
que le dieron parte (a Formariz) y él los invirtió e estas obras pías”[2].
Por lo
tanto el origen de la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen[3]
fue la Ermita del Cristo de la Sangre[4]
que al menos desde finales del siglo XV existía cerca de los muros de la villa,
en el arrabal. Dicha Ermita poseía también un Hospital de pobres transeúntes
bajo la advocación de Corpus Christi, ambos fueron trasladados a expensas de Juan
Martín Formariz a la esquina de las calles Santa Ana con Mesones en torno a 1662.
En su nuevo emplazamiento el dispensario no se ubicó anexo a la Ermita del
Cristo de la Sangre sino “abajo (de la
plaza del Carmen) la Casa Hospital en que se albergan los pobres desvalidos”[5].
Hacia 1692 con la fundación en esta Ermita de la Hermandad del Rosario de
Nuestra Señora del Carmen la devoción cristífera ira decayendo en favor de la
mariana, pasando a presidir la iglesia desde el siglo XVIII la Virgen del
Carmen.
En
origen se veneraba en dicha ermita una pintura del siglo XVI, luego ubicada en
la subida al camarín mariano, con el Cristo de la Sangre, la Virgen María, San
Juan Evangelista y dos ángeles coperos recogiendo la sangre de Jesucristo. En
la segunda mitad del siglo XVIII el lienzo fue sustituido por un grupo
escultórico del Calvario en el que destaca el Cristo de la Sangre atribuido al
imaginero antequerano Diego José Márquez y Vega[6].
Con
anterioridad a 1682 la imagen de la Virgen del Carmen fue donada por Dña.
Leonor María Centurión y Mendoza[7],
sobrina y esposa del tercer Marqués de Estepa, D. Adán Centurión, donación
hecha con antelación a la construcción de la torre camarín, por lo cual dicha
imagen estuvo depositada en la Iglesia del Convento de Nuestra Señora de la
Victoria hasta la conclusión de las obras del camarín carmelitano. Más adelante
la Virgen se colocó en el primer altar del lado de la Epístola, mientras que el
citado lienzo del Cristo de la Sangre, de finales del siglo XVI, seguía
presidiendo el altar mayor. Posteriormente una vez concluido el camarín se
trocaron las imágenes, pasando a presidir la iglesia la Virgen del Carmen y
ubicándose el lienzo del Cristo de la Sangre en la escalera de acceso al
camarín.
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