miércoles, 5 de enero de 2011

ERMITA DEL CRISTO DE LA SANGRE E IGLESIA DEL CARMEN.


De la Ermita del Cristo de la Sangre a la Iglesia del Carmen.

Respecto al traslado y creación del nuevo templo del Cristo de la Sangre en la calle Santa Ana a Mesones, se recogen diferentes citas. En 1788 se habla de este hecho en estos términos: “En los últimos tiempos de la Señora Marquesa Dña. Leonor María Centurión y Mendoza, habiéndose deteriorado mucho la Ermita del Santo Cristo de la Sangre (que ya dijimos estuvo antes fuera del muro de la villa al pie de la ladera en el carril que hoy va por detrás de la Ermita de la Concepción) le hizo a su costo (la que hoy llama Ermita del Carmen) un hombre honrado, cuyo nombre fue el de Juan Martín Formaríz y al mismo tiempo hizo la Ermita rural de la Fuensanta, cerca del lugar de Badolatosa. Sus principios se cuentan que fue de un pobre jornalero y que el fondo con que costeo dichas Ermitas, fue el efecto de cierto hallazgo que tuvo[1]. El Libro de las Fundaciones de Estepa nos indica que “con la advocación del Cristo de la Sangre, estuvo fundada esta ermita junto a la torre que está a espaldas de la Concepción, camino de la Iglesia Mayor, cuya cuesta (según los libros de cabildo) se llama la cuesta de la Sangre. Después, Juan Martín Formaríz, (que murió año de mil seiscientos sesenta y dos) después de haber fabricado el Santuario de la Fuensanta, la traslado (a expensas propias) al sitio donde está, con la misma advocación del Santo Cristo de la Sangre. Se ignora, si la cofradía de Corpus Christi, que se fundó en esta Iglesia, fue antes, o después de la traslación, se sabe (por tradición) que en la Iglesia Mayor no se empezaban las Vísperas del Corpus, hasta que llegaba el pendón de la Hermandad del Señor de la Sangre, y que después de concluidas bajaba el Vicario con la música, y cantaban con mucha solemnidad un responso en la Ermita del Señor. (…) Entonces se fundó la Hermandad del Rosario, se amplió la iglesia, que antes solo llegaba hasta el sitio donde hoy está el púlpito, se hizo el suntuoso camarín en que colocaron a la Señora, con cuyo motivo fue decayendo la Hermandad del Santo Cristo en términos, que el Señor de la Sangre, que (como titular) estaba en el altar mayor, ha venido a parar a la escalera del camarín de la Señora, parece dio motivo a estas fundaciones el caso siguiente: estaba una noche en su cotijo, llamado del Almajar, el referido Formariz, cuando llegaron unos hombres, enviados de uno que quedaba en presidio (imposibilitado de volver) y le obligaron a ayudarles a agotar el pozo del mismo cortijo, de adonde sacaron unos cajones de dineros, de que le dieron parte (a Formariz) y él los invirtió e estas obras pías”[2].
Por lo tanto el origen de la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen[3] fue la Ermita del Cristo de la Sangre[4] que al menos desde finales del siglo XV existía cerca de los muros de la villa, en el arrabal. Dicha Ermita poseía también un Hospital de pobres transeúntes bajo la advocación de Corpus Christi, ambos fueron trasladados a expensas de Juan Martín Formariz a la esquina de las calles Santa Ana con Mesones en torno a 1662. En su nuevo emplazamiento el dispensario no se ubicó anexo a la Ermita del Cristo de la Sangre sino “abajo (de la plaza del Carmen) la Casa Hospital en que se albergan los pobres desvalidos”[5]. Hacia 1692 con la fundación en esta Ermita de la Hermandad del Rosario de Nuestra Señora del Carmen la devoción cristífera ira decayendo en favor de la mariana, pasando a presidir la iglesia desde el siglo XVIII la Virgen del Carmen.
            En origen se veneraba en dicha ermita una pintura del siglo XVI, luego ubicada en la subida al camarín mariano, con el Cristo de la Sangre, la Virgen María, San Juan Evangelista y dos ángeles coperos recogiendo la sangre de Jesucristo. En la segunda mitad del siglo XVIII el lienzo fue sustituido por un grupo escultórico del Calvario en el que destaca el Cristo de la Sangre atribuido al imaginero antequerano Diego José Márquez y Vega[6].
Con anterioridad a 1682 la imagen de la Virgen del Carmen fue donada por Dña. Leonor María Centurión y Mendoza[7], sobrina y esposa del tercer Marqués de Estepa, D. Adán Centurión, donación hecha con antelación a la construcción de la torre camarín, por lo cual dicha imagen estuvo depositada en la Iglesia del Convento de Nuestra Señora de la Victoria hasta la conclusión de las obras del camarín carmelitano. Más adelante la Virgen se colocó en el primer altar del lado de la Epístola, mientras que el citado lienzo del Cristo de la Sangre, de finales del siglo XVI, seguía presidiendo el altar mayor. Posteriormente una vez concluido el camarín se trocaron las imágenes, pasando a presidir la iglesia la Virgen del Carmen y ubicándose el lienzo del Cristo de la Sangre en la escalera de acceso al camarín.

lunes, 3 de enero de 2011

ERMITA DE LA VERA CRUZ E IGLESIA DE LOS REMEDIOS.


De la Ermita de la Vera Cruz a la Iglesia de los Remedios.

            “La cofradía de la Santa Cruz, inmemorial y según la tradición; la primera que se fundó en esta villa de Estepa, tan antigua como la iglesia en que está fundada que igualmente se cree ser la segunda que hubo en ella, y primera que edificaron los católicos después que dedicaron la mezquita, hoy iglesia mayor con el título de la Asunción de Nuestra Señora”[1]. Así comienzan las ordenanzas de la Cofradía de la Santa Veracruz y Rosario de los Remedios de 1797, en las cuales se hace una clara referencia a la primitiva y antigua Ermita de la Veracruz, origen de la actual iglesia de Nuestra Señora de los Remedios. De la misma forma, el padre Alejandro del Barco nos dice hacia 1788 que “la Ermita de la Veracruz (que en el día llaman también de los Remedios, por la santa imagen de la Virgen, que se venera en ella, con este título) la cual no hay duda que fue obra de la Encomienda, pues tenía sobre la puerta las armas de la Orden (de Santiago) en una lápida que se quitó poco ha, con el motivo de abrir una ventana grande”[2].
El templo[3] actual se reconstruyó a partir del primer tercio del siglo XVIII, sobre la primitiva Ermita de la Vera Cruz de época bajo-medieval[4]. El edificio amenazaba ruina en 1684, pero con el establecimiento en esta iglesia de la Hermandad del Rosario de Nuestra Señora de los Remedios y su correspondiente fusión con la antigua Cofradía de la Santa Vera Cruz en torno a 1733, se acometió por parte de la corporación rosariana la remodelación de la primitiva ermita y su ampliación con la torre-camarín como espacio preeminente destinado a la Virgen de los Remedios, titular de la nueva cofradía en auge. Al igual que ocurrió en la iglesia carmelitana la devoción cristífera, en este caso de la Vera Cruz, irá decayendo en favor de la mariana, pasando a presidir la iglesia desde el último tercio del siglo XVIII la Virgen de los Remedios. No se comienza la construcción del camarín hasta 1754 concluyéndose definitivamente en torno a 1790. El conocido Catálogo Arqueológico nos dice respecto a este espléndido espacio mariano que la capilla mayor y, sobre todo, la ordenación constituida por el camarín y la sacristía construida bajo él, constituyen un conjunto que podemos considerar como antológico en el barroco español del siglo XVIII[5].
La imagen del Cristo de la Vera Cruz se atribuye al ámbito del escultor flamenco Roque de Balduque[6], a mediados del siglo XVI. Esta imagen presidió la Ermita de la Vera Cruz (o Iglesia de los Remedios) desde mediados del siglo XVI hasta el XVIII. Además fue titular de la antigua cofradía del mismo nombre la cual se fusionó, como indicamos, en 1733 con la del Cristo a la Columna y la del Rosario de los Remedios. Se trata de una interesante pieza de elegantes proporciones y cuidada anatomía vinculada a la estética renacentista hispalense. La talla ha sufrido numerosos repintes que la han enmascarado, en su última restauración se han encontrado partes de la policromía original y restos de pan de oro en el paño de pureza. La efigie cuelga de una cruz plana, original, con remates dorados[7].
La Virgen de los Remedios es una talla de candelero, sostiene en su mano izquierda al Niño y en su derecha porta un cetro, aunque no conocemos con seguridad la fecha exacta de su realización sí existe la certeza documental de que en 1599 se adquiere una imagen granadina. Se viste esta imagen con ricos atavíos y joyas, donadas algunas por célebres bandoleros[8] estepeños. Esta devota talla mariana ha sufrido diversas restauraciones, en 1742 se le pusieron ojos de cristal, en 1750 “se le compuso el rostro”[9] y en 1820 el escultor antequerano Miguel Márquez García le retocó de nuevo el rostro y las manos.